


El regalo de mi padre fue el inicio de todo
Hay objetos que llevan consigo más que un simple valor material; guardan recuerdos, emociones y, a veces, el inicio de una gran pasión. La guitarra que mi padre me regaló cuando tenía 9 años fue ese objeto para mí. Un día, intentando repararla, descubrí el universo que habitaba en su interior. Sin saberlo, ese momento cambió mi vida para siempre.
Lo que comenzó como un acto de cariño hacia un recuerdo familiar, se transformó en mi mayor sueño: construir guitarras que cuenten historias y toquen el alma de quienes las tocan. Te invito a conocer cómo ese regalo marcó el inicio de mi historia.
MANUEL CÁCERES
Tuve el honor de ser discípulo de Manuel Cáceres, uno de los luthiers más prestigiosos de España y un verdadero maestro en el arte de la construcción de guitarras. Nuestro encuentro fue un giro del destino durante un concurso internacional en Granada.
Manuel no solo vio potencial en mis guitarras, también reconoció mi pasión y mi deseo de aprender. Me abrió las puertas de su taller, un espacio que para mí era como un templo, lleno de herramientas, maderas y un saber que parecía flotar en el aire. Allí, bajo su guía, comprendí que una guitarra no es solo un instrumento, sino una obra de arte que debe transmitir alma, carácter y emoción.
De él aprendí la lección más importante: «Cada guitarra que hagas debe ser mejor que la anterior.» Este principio guía mi trabajo hasta el día de hoy y siempre estaré agradecido por su generosidad y por inspirarme a elevar mi arte a su máxima expresión.
